Juan de Lugo y Quiroga fue un teólogo español jesuita, último representante de la Escuela de Salamanca.
Escolástico convencido, compartía los principios básicos defendidos por esta escuela a finales del siglo XVI y principios del siglo XVII. De hecho, el madrileño defiende el corpus teórico desarrollado por los doctores de Salamanca, y se centra, especialmente, en el tema de los precios. Al mismo tiempo señala y comparte las ideas de utilidad, escasez y necesidad, para desarrollar su propia teoría. Murray Newton Rothbard y otros intelectuales de su talla consideran que el cardenal se acercó mucho a la explicación de la utilidad y la paradoja del valor. Una de sus sentencias más famosas es ésta: «Pretium iustum mathematicum licet soli Deo notum».
El cardenal Juan de Lugo es uno de los autores que con más pasión defienden la libertad de precios y la no intervención del Gobierno en los mismos. Fue criticado por determinados autores de la Escuela Austríaca por no tener un concepto claro sobre el funcionamiento de la banca. Para muchos hay una confusión en relación con la idea que tenía sobre la reserva fraccionaria.
Lugo también hizo aportaciones al conocimiento de la ciencia económica, principalmente en lo referente a la naturaleza dinámica del proceso de mercado, la imposibilidad del modelo de equilibrio, y el hecho de que los depósitos bancarios forman parte de la oferta monetaria.