Comentario resolutorio de cambios
Azpilcueta trató con profusión en sus escritos los comportamientos usurarios tanto por parte de los nuevos mercaderes, como de las nacientes instituciones financieras, pero su razonamiento no se detuvo ahí. Distinguió, en primer lugar, entre el tipo de interés nominal y el real y, además, avanzando un paso más en el estudio de la evolución económica de su tiempo, indagó sobre las causas del acelerado aumento de los precios que tuvo lugar en el siglo XVI.
La cantidad de dinero de un país, suponiendo que no exista ahorro ni inversión, ha de ser equivalente al resultado de multiplicar al conjunto de bienes comercializables por sus precios. No había que decir más. Un mismo pensamiento expresado de dos maneras distintas, una tautología, se convertiría, así, en la base de la teoría cuantitativa del dinero. Aunque habría que tener en cuenta que con una cantidad determinada de dinero podían hacerse múltiples transacciones, dependiendo de la mayor o menor agilidad del sistema comercial del país y de las expectativas de la capacidad de compra futura. Así, en períodos inflacionistas, la cuantía de las transacciones —la velocidad de circulación del dinero— será mayor que si lo que se espera es que en el futuro concierta cantidad de dinero, puedan comprarse más bienes que en el presente. En este último caso, se retendría todo el dinero posible para gastarlo más tarde; se reduciría la velocidad de circulación del dinero, que quedaría así definida como el cociente entre el total de los pagos realizados y la cantidad de dinero disponible. Así, se hacía posible conocer y dar respuesta a las necesidades de aquellos tiempos, en virtud de la relación causal entre la elevación de los precios, la especulación cambiaria, el movimiento del dinero y el factor tiempo. Junto a la explicitación de las normas morales en torno a la utilidad común y de las partes, el pensador salmantino iba contemplando el funcionamiento de las nuevas condiciones estructurales del mercado.
A través de lo desarrollado, pudo advertir que en circunstancias iguales, los bienes presentes son valorados siempre más que los futuros, con lo que se expone, además, el concepto conocido actualmente como preferencia intertemporal del dinero, que significa que, en circunstancias iguales, los bienes presentes siempre se valoran más que los bienes futuros. A partir de esta idea, se ampliaba la perspectiva respecto de los elementos intervinientes en las diferentes transacciones y se abría un espectro mayor de planteamientos acerca de los bienes presentes y no presentes, y acerca de la proyección de legalidad y mercado hacia el futuro.
Con todo, el foco de la propuesta residía, para el autor, en explicar los mecanismos económicos por los que se fijan los precios y valores, en relación directa con la búsqueda de un cierto orden moral en un cuerpo comunitario y nacional; es en esta vinculación, en gran medida, donde radica la originalidad de su reflexión.